19S_2017 / El último café en la roma en la Ciudad de México antes de regresar a casa en Playa del Carmen.
Grisel Alcántara
El último café en la CDMX es casi un ritual antes de volver a la playa y seguir la vida. Nos gusta sentarnos en el Cardinal a disfrutar nuestro café, mientras vemos pasar y escuchar hablar a la gente.
Pero el último café de septiembre en la ciudad fue el 19. Será un café para no olvidar. Ver pasar la gente, los autos y las cosas que suceden en la esquina de Cordoba y Guanajuato en la Col. Roma Norte, casi podría ser la esquina de cualquier otro país, dentro y fuera del café cada ves es más la gente que habla otros idiomas al español. Pero sabes de nuevo que es México cuando el local junto al café que vende material para la construcción, deja sus camiones en doble fila, olvidando que obstruye el paso de personas y más automóviles; provocando un caos.
¿Porqué socialmente somos una país desordenado, incluso en las cosas más cotidianas?
Senti un Toc-Toc en mis pies, como si alguien me los empujara desde el concreto; no le tome importancia pensé que me estaba mareando. Pero luego ese Toc-Toc ya era un movimiento súper fuerte, comenzó a sonar la ALERTA SISMICA sobre el movimiento (un sonido que estresa el cuerpo). Me concentre en "ver que no se me cayera el poste o algunos de los árboles que estaban cerca". A lo lejos se escuchaban vidrios romperse y golpes más fuertes que luego al mirar las noticias había sido un bloque de ladrillos que cayo sobre un auto estacionado, a una calle de donde estábamos.
Todo el lapso del temblor (que me pareció larguísimo), sentí un temor nuevo; nuevo porque ningún otro temblor me había parecido tan intenso como este. Quizá no había tenido la conciencia tan clara de que en ese momento podría ser un momento final en la vida; la mía al menos.
No me he olvidado de la cara de asombro que teníamos todos los que estábamos compartiendo el temblor en esa esquina de Cordoba y Guanajuato. Cuando por fin se detuvo el movimiento, cada quien empezó a tomar camino supongo a casa o al encuentro con la familia; esperando que todo este bien.
Victor y yo caminamos sobre la calle de Zacatecas rumbo a la Col. Doctores donde vive su mamá, hermana y sobrinos. En ese trayecto de cinco cuadras lo que vi fue preocupación y cuidado colectivo, la gente decía:
"Huele a gas, por favor no prendan cigarros"
"Si alguien necesita llamar a su familia, mi celular aún tiene señal"
"No obstruyan el paso de los autos, permitan pasar por favor".
Era ya una especie de -vecinos desconocidos organizados- nadie intentando aprovecharse del otro, nadie haciendo trampa.
En casa de la mamá de Victor todos estaban bien; asustados como todos. Nuestro vuelo salía en 3 horas, estábamos decidiendo que hacer. Investigando si el vuelo iba poder salir (lo cual parecía imposible), el centro de atención telefónico de muchas empresas esta fuera de México, el de Volaris esta en alguna parte de Centro América y nadie tenia idea del temblor y mucho menos de la operación del aeropuerto. Decidimos (ingenuamente) irnos al aeropuerto.
Un conductor de Uber tomo nuestra solicitud (una súper suerte), nuestro trayecto de 30 minutos fue de 120 minutos; han sido los minutos que más me han identificado con lo que quisiera que fuéramos como sociedad:
Orden, Empatía, Solidaridad y Compañerismo. Nadie tocaba el claxon, nadie le cerraba el paso al transporte o a la inversa, esas horas en las que no hubo semáforos todos fuimos capaces de ser ordenados y organizados; por fin pensamos en lo que el otro esta viviendo y sintiendo. Estaba bastante sorprendida de esta actitud colectiva, porque como dije antes México no es conocido ni reconocido por el orden de sus habitantes. (eran apenas unas horas del temblor, aún no estaba toda la información sobre los derrumbes). Estos 120 minutos el sonido de la ciudad fue de una total educación cívica.
En el aeropuerto también había orden y paciencia, los vuelos estaban bastante retrasados pero esa misma noche del 19 de septiembre del 2017, dormimos en nuestra casa; sanos y a salvo de un temblor que vivimos esa misma tarde en un país caótico; ¡no es cualquier cosa!.
Me gusta vivir en México, me gustaría conocer la vida en un lugar con más orden y sin basura en sus calles. Quisiera que fuera en México. Pienso que tenemos que repensarnos y darnos la oportunidad de vivir en un México con:
Orden, Empatía, Solidaridad y Compañerismo.
Los días que siguieron fueron muy tristes estando tan lejos de la CDMX, sin tener con quien socializar la experiencia, mirando noticias y ayudando desde mi día a día para contribuir en la recaudación de fondos y dar una pequeña ayuda desde Playa del Carmen para Oaxaca y la CDMX.
Con todo mi respeto y admiración para todas las personas que estuvieron rescatando personas de entre los escombros. Que la vida de los fallecidos no sea invisible.
¡Alto a nuestra corrupción!
Con empatía a todos los que hoy siguen sin casa.
Gracias por leer hasta acá.
Déjame saber para ti como fue este temblor y que viste en la sociedad.
Grisel Alcántara.